El Faro de Alejandría fue una torre construida en el siglo III a. C. (entre los años 285 y 247 a. C.) en la isla de Faro en Alejandría, Egipto, para servir como punto de referencia del puerto y como faro, con una altura estimada de al menos 100 metros. Fue una de las estructuras hechas por el hombre más altas durante muchos siglos, y forma parte como una de las siete maravillas del mundo antiguo por Antípatro de Sidón. Se vio derribado por los efectos de un terremoto a principios del siglo XIV.
El faro es, ha sido y será metáfora de infinitas cosas. El faro es algo real, algo que se nos impone con su presencia física. El faro está en tierra firme y es una referencia para los que surcan las movidas aguas de los océanos. Una conexión con la tierra firme, con lo sólido, con lo real. Una conexión emocional, a través de una luz.
Los faros iluminan en circunstancias adversas, cuando la costa no se atisba con claridad. Los faros cumplen su función por la noche, donde hemos perdido nuestros referentes visuales. En los días de niebla.
Los faros, con tu luz, nos dicen quiénes somos y donde estamos, nos invitan a acercarnos sin ningún tipo de coacción, nos dan la libertad de acercarnos o no, de dirigirnos hacia ellos o de seguir otro rumbo, otra DERROTA.
“El scout siempre supera las dificultades con alegría” Recuerda esta ley scout como faro en tu camino.